En anteriores artículos he tratado la importancia del sentir
centrado en el cómo me siento cuando estoy trabajando en mi profesión. Si fluyo
y disfruto, bien. Significa que mi atención y energía están volcadas en lo que
tienen que estar. Pero si no fluyo ni disfruto, algo insatisfactorio ocurre en
mí. Aquí, tengo dos opciones: ocuparme de ello, o no. La decisión es solo mía.
Nadie puede tomarla por mí.
Si tomo el camino de no ocuparme de mi insatisfacción
laboral, lo más probable es que la situación persista. No es razonable
pretender obtener resultados distintos haciendo más de lo mismo.
Entonces, puede resultarme útil plantearme las siguientes
preguntas: ¿Cómo me posiciono en la vida cuando elijo no ocuparme de un aspecto
tan esencial de mi totalidad como es mi trabajo? ¿Qué hay detrás de ese
abandono? ¿Tengo energía? ¿Hay algo doloroso que no quiero ver? ¿Lo aparto o
escondo en mi inconsciente hasta que harto de no considerarlo, me salta una vez
más a la cara para hacerme consciente de su existencia? ¿He decidido buscar a
un culpable de mi insatisfacción, a quien le doy el poder sobre mí y dejo yo de
responsabilizarme de algo tan mío? ¿Desisto de ocuparme porque no sé por dónde
empezar ni cómo resolverlo?
No ocuparme de mi malestar mantiene o empeora la situación, no la resuelve.
En cambio, si opto por ocuparme de mi malestar cuando
trabajo y de conseguir los cambios deseados, ¿Qué he de hacer? ¿Por dónde
empiezo? ¿Contra qué lucho? ¿Quién me puede ayudar al respecto?
Si el malestar es muy concreto y claro, es muy posible que
se deba al estricto ámbito laboral. En este caso, la solución hay que buscarla
ahí, utilizando recursos avanzados como el coaching individual o de equipo,
comunicación no violenta, o técnicas de innovación, creatividad, cambio,
liderazgo, dirección, delegación, reconocimiento, remuneración, conciliación,
negociación, estrategia, posicionamiento, etc.
Pero, si como ocurre en muchos otros casos, siento
claramente mi insatisfacción laboral, pero no logro describirla, ni detectar su
ámbito y origen, y esa situación me mantiene confuso a pesar de mis esfuerzos
durante un largo tiempo, la solución he de buscarla recurriendo a otro tipo de
recursos como es la Inteligencia Sistémica.
Todo sucede por algo.
Nada sucede porque sí. Pensamos que hay casualidades o
coincidencias cuando nuestra ignorancia nos impide ver más lejos. No hay
casualidades, hay causalidades. No hay una sola casualidad en nuestra vida.
Todo tiene su explicación. Y si no encontramos explicación a lo que nos ocurre,
es porque no hemos alcanzado el nivel de consciencia necesario.
¿Cómo llegar a ese nivel?
Pues, adentrándonos en mundos relacionados, hasta ahora
desconocidos por nosotros y descubiertos por otros.
Así, por ejemplo, Josephine Hilgard encontró que ciertos
síntomas graves -enfermedad, accidente, muerte precoz, etc.-, se repiten entre
miembros de varias generaciones de una misma familia al llegar a una
determinada fecha, edad o periodo específico. A eso lo denominó “Síndrome de
Aniversario”. Es una huella impresa en la memoria familiar de un trauma no
resuelto que se irá repitiendo hasta que alguien suficientemente consciente
decida remediarlo recurriendo a una ayuda externa adecuada.
Comprender, utilizar y, si es necesario, transformar la herencia psíquica.
Anne Ancelin Schützenberger nos ha ayudado a elevar más la
cota de nuestra consciencia. Todo empezó cuando su hija le dijo un día: ”Mamá,
tú eres la hija mayor de tu familia y tu hermano segundo murió. Papá es el hijo
mayor de su familia y su hermano segundo murió. Yo soy la hija mayor de vuestro
matrimonio y mi hermano segundo murió”. Anne no se había dado cuenta. Fue la
semilla que desarrolló y dio como fruto la Psicogenealogía, también conocida por
Análisis Transgeneracional. Un arte y una ciencia que nos permite comprender y
utilizar mejor nuestra herencia psíquica, y en caso necesario, transformarla
para conseguir una vida más feliz.
Para quien decide recurrir a ella, la Psicogenealogía supone
recorrer su pasado, a sentir y soltar lo que haya que soltar para superar las
consecuencias de sus traumas, contragolpes, vergüenzas, culpabilidades,
pérdidas, duelos, secretos, etc. Cuando uno se queda en paz con su pasado, ya
no tiene que volverse continuamente hacia él, centra su fuerza en el aquí y
ahora y disfruta de una vida plena. También sirve para comprender las
relaciones y vínculos existentes con acontecimientos felices y con las
elecciones de tipo profesional. Así por ejemplo, si uno es:
- Agricultor: ¿Alguien de la familia sufrió hambruna?
- Abogado: ¿Alguien de la familia vivió problemas legales?
- Maestro: ¿Hubo niños en la familia que no pudieron ser educados?
- Banquero: ¿Algún familiar perdió su patrimonio o se arruinó?
- Estética: ¿Hay que limpiar cosas sucias que manchan la imagen familiar?
- Experto en comunicación: ¿Algún problema de comunicación en la familia?
- Marinero: ¿Se perdió algún familiar en la lejanía?
- Escritor: ¿Alguna historia familiar oculta, terrible o sucia que contar?
- Cocinero: ¿Necesidad de reunir a familiares alrededor de una mesa?
- Bailarín: ¿Algún familiar sufrió un conflicto de movimiento que lo paralizó?
¿Qué necesidades insatisfechas y anheladas subyacen en nuestro inconsciente familiar que nos impulsan a satisfacerlas y a reparar lo que haya que reparar a través de nuestro trabajo y profesión?
Mi malestar indefinido en el trabajo ¿puede venir del hecho
de sentirme atado/a por lealtad familiar a una profesión que busca
inconscientemente reparar algo que algún antepasado sufrió y no pudo resolver?
La Inteligencia Sistémica ayuda a la persona a contactar con
el sentido profundo de su profesión, a hacerlo consciente, a quedarse en paz
con su pasado y a elegir la salida profesional más adecuada en base a su nuevo
presente y futuro.
Próximos talleres en Madrid:
28 ( miércoles) de Octubre 2015
18 (miércoles) de Noviembre 2015
16 (miércoles) de Diciembre 2015
Carlos Surroca
Consultor de Sistemas Humanos
600-522-884
sistemica.c.surroca@gmail.com
www.inteligenciasistemica.es
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