miércoles, 9 de diciembre de 2015

Inteligencia Sistémica. ¿Para qué una sesión individual?

Inteligencia Sistémica para el crecimiento personal.


La oscuridad nos impulsa a buscar la luz; la claridad a encontrar caminos nuevos, viables y saludables hacia la vida.

Cuando se llega a situaciones personales, familiares u organizacionales límite; a modelos de comportamiento, económicos o políticos agotados; a patrones repetitivos cansinos que consumen mucha energía y generan poco beneficio; a crisis en las que casi todos pierden, o a entornos donde ya no hay ideas ni ilusión, ¿qué hacer?

La Inteligencia Sistémica facilita este cambio, al aumentar nuestra conciencia sobre lo que nos ocurre e induciendo soluciones para satisfacer mejor nuestras necesidades. Nos ayuda a cambiar porque nos ayuda a pasar:


  • Del habitual punto de observación a mirar desde otros distintos.
  • Del usual campo de visión a otro más amplio.
  • De una corriente forma de mirar a otra más profunda.
  • Del pensamiento lineal y simplista al sistémico, complejo y dinámico.
  • De lo rígido y pesado a lo flexible, ágil y ligero.
  • De lo aparente y cuantitativo a lo sutil y cualitativo.
  • De la distracción y dispersión a la atención plena en lo esencial.
  • De la inconciencia a darnos cuenta y responsabilizarnos.
  • De la percepción actual a la generación de nuevas y positivas visiones.
  • De la separación y competición a la integración y cooperación.
  • Del interés parcial a la responsabilidad económica, ambiental y social.
  • De los problemas a las soluciones.
  • De las cargas, bloqueos y enredos propios a soltarlos y fluir.
  • De dar el poder de lo nuestro a otros, a empoderarnos.
  • De la inquietud ante la incertidumbre a la serenidad ante lo que es.
  • Del desgaste emocional a la fuerza, paz y vida plena.
  • De llegar y centrarse en la enfermedad, a la prevención y a la salud.


Con el trabajo sistémico sobre una determinada situación difícil, suele haber un antes y un después independientemente de la modalidad utilizada, sea en grupo abierto o cerrado o en sesión individual. Aquí me voy a centrar en esta última.



Inteligencia Sistémica. ¿Para qué una sesión individual?


Una sesión individual de Inteligencia Sistémica es paradójicamente una manera sencilla de trabajar asuntos complejos. Una clave está en la calidad de empatía y de relación del profesional de la ayuda con el cliente. Cuando esa calidad existe, el cliente se puede dar permiso para llegar hasta donde nunca había llegado antes.

He tenido clientes de más de sesenta y cinco años que han podido expresar: “¡por fin!” hechos fuertes vividos y sufridos que hasta entonces los habían mantenido en el más estricto silencio, encerrados a cal y canto en lo más hondo de su ser. Una vez dichos y puestos al descubierto, la transformación inmediata de su cara no tiene precio.

Esto confirma la frase de Erwin Schrödinger, Premio Nobel de Física en 1933: ”Cuando tomamos consciencia de algo, se desvanece la función de onda”. Es decir, desaparece en nosotros la energía acoplada a dicha onda, implícita y generada por la emoción que generó aquel hecho traumático que, a modo de un tsunami, nos tragamos toda su impacto energético, lo somatizamos y albergamos toda esa energía agitadora en nuestras células, hasta el momento de arrancarlo de nuestro inconsciente y hacerlo consciente.

También completa nuestra comprensión la frase de Niels Bohr, Premio Nobel de Física en 1922: “Si observamos un punto específico, las otras posibilidades se desvanecen”. Es decir, cuando nos quedamos emocionalmente enganchados en algo (por ejemplo, en el dolor de haber perdido a mi madre siendo yo bebé), lo que ocurre inconscientemente, las otras infinitas posibilidades que tenemos se desvanecen en nosotros hasta que somos capaces de abrir la puerta y dejar pasar toda esa energía acumulada en nuestro inconsciente al consciente.

Una sesión individual de Inteligencia Sistémica va directamente al grano sin necesitar grandes recursos. Los más corrientes son muñecos o papeles en el suelo. Saben lo que no está escrito.

Una sesión individual de Inteligencia Sistémica se caracteriza también por su gran adaptabilidad a las necesidades del cliente en cuanto a lugar, fecha y horario; además, puede realizarse telefónicamente.

Trabajando con un colectivo especialmente difícil, recuerdo su desconfianza inicial hacia mí. Hubo un grupo de tres hombres que decidieron asistir juntos a una sesión. Les pregunté si alguno de ellos tenía algún inconveniente, dada la información confidencial personal que previsiblemente podía surgir. Cada uno de ellos afirmó no estar preocupado por ello. Acepté trabajar con los tres.

En la primera sesión, trabajó uno de ellos su caso con la asistencia de los otros dos. En la segunda, otro. El tercero se mantenía al margen. Pasó un tiempo. Y un día apareció; había decidido trabajar solo. Quería trabajar su rabia, la cual le había hecho perder trabajos y cometer actos fuera de norma. Utilizamos muñecos. Después de hacerle un comentario sobre la imagen tridimensional construida, se quedó inmóvil, en silencio y con la mirada fija durante unos diez minutos en dos de ellos. Después, me miró, y dijo: ”Ya no necesito más. Es suficiente. Gracias”. Claramente emocionado, se levantó y se fue.


Carlos Surroca
Consultor de Sistemas Humanos
600-522-884
sistemica.c.surroca@gmail.com
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lunes, 5 de octubre de 2015

¿Tiene sentido mi profesión? (III) Resolución de problemas y conflictos.


En anteriores artículos he tratado la importancia del sentir centrado en el cómo me siento cuando estoy trabajando en mi profesión. Si fluyo y disfruto, bien. Significa que mi atención y energía están volcadas en lo que tienen que estar. Pero si no fluyo ni disfruto, algo insatisfactorio ocurre en mí. Aquí, tengo dos opciones: ocuparme de ello, o no. La decisión es solo mía. Nadie puede tomarla por mí.

Si tomo el camino de no ocuparme de mi insatisfacción laboral, lo más probable es que la situación persista. No es razonable pretender obtener resultados distintos haciendo más de lo mismo.

Entonces, puede resultarme útil plantearme las siguientes preguntas: ¿Cómo me posiciono en la vida cuando elijo no ocuparme de un aspecto tan esencial de mi totalidad como es mi trabajo? ¿Qué hay detrás de ese abandono? ¿Tengo energía? ¿Hay algo doloroso que no quiero ver? ¿Lo aparto o escondo en mi inconsciente hasta que harto de no considerarlo, me salta una vez más a la cara para hacerme consciente de su existencia? ¿He decidido buscar a un culpable de mi insatisfacción, a quien le doy el poder sobre mí y dejo yo de responsabilizarme de algo tan mío? ¿Desisto de ocuparme porque no sé por dónde empezar ni cómo resolverlo?

No ocuparme de mi malestar mantiene o empeora la situación, no la resuelve.


En cambio, si opto por ocuparme de mi malestar cuando trabajo y de conseguir los cambios deseados, ¿Qué he de hacer? ¿Por dónde empiezo? ¿Contra qué lucho? ¿Quién me puede ayudar al respecto?

Si el malestar es muy concreto y claro, es muy posible que se deba al estricto ámbito laboral. En este caso, la solución hay que buscarla ahí, utilizando recursos avanzados como el coaching individual o de equipo, comunicación no violenta, o técnicas de innovación, creatividad, cambio, liderazgo, dirección, delegación, reconocimiento, remuneración, conciliación, negociación, estrategia, posicionamiento, etc.

Pero, si como ocurre en muchos otros casos, siento claramente mi insatisfacción laboral, pero no logro describirla, ni detectar su ámbito y origen, y esa situación me mantiene confuso a pesar de mis esfuerzos durante un largo tiempo, la solución he de buscarla recurriendo a otro tipo de recursos como es la Inteligencia Sistémica.

Todo sucede por algo.


Nada sucede porque sí. Pensamos que hay casualidades o coincidencias cuando nuestra ignorancia nos impide ver más lejos. No hay casualidades, hay causalidades. No hay una sola casualidad en nuestra vida. Todo tiene su explicación. Y si no encontramos explicación a lo que nos ocurre, es porque no hemos alcanzado el nivel de consciencia necesario.


¿Cómo llegar a ese nivel?


Pues, adentrándonos en mundos relacionados, hasta ahora desconocidos por nosotros y descubiertos por otros.

Así, por ejemplo, Josephine Hilgard encontró que ciertos síntomas graves -enfermedad, accidente, muerte precoz, etc.-, se repiten entre miembros de varias generaciones de una misma familia al llegar a una determinada fecha, edad o periodo específico. A eso lo denominó “Síndrome de Aniversario”. Es una huella impresa en la memoria familiar de un trauma no resuelto que se irá repitiendo hasta que alguien suficientemente consciente decida remediarlo recurriendo a una ayuda externa adecuada.

Comprender, utilizar y, si es necesario, transformar la herencia psíquica.


Anne Ancelin Schützenberger nos ha ayudado a elevar más la cota de nuestra consciencia. Todo empezó cuando su hija le dijo un día: ”Mamá, tú eres la hija mayor de tu familia y tu hermano segundo murió. Papá es el hijo mayor de su familia y su hermano segundo murió. Yo soy la hija mayor de vuestro matrimonio y mi hermano segundo murió”. Anne no se había dado cuenta. Fue la semilla que desarrolló y dio como fruto la Psicogenealogía, también conocida por Análisis Transgeneracional. Un arte y una ciencia que nos permite comprender y utilizar mejor nuestra herencia psíquica, y en caso necesario, transformarla para conseguir una vida más feliz.

Para quien decide recurrir a ella, la Psicogenealogía supone recorrer su pasado, a sentir y soltar lo que haya que soltar para superar las consecuencias de sus traumas, contragolpes, vergüenzas, culpabilidades, pérdidas, duelos, secretos, etc. Cuando uno se queda en paz con su pasado, ya no tiene que volverse continuamente hacia él, centra su fuerza en el aquí y ahora y disfruta de una vida plena. También sirve para comprender las relaciones y vínculos existentes con acontecimientos felices y con las elecciones de tipo profesional. Así por ejemplo, si uno es:

  • Agricultor: ¿Alguien de la familia sufrió hambruna?
  • Abogado: ¿Alguien de la familia vivió problemas legales?
  • Maestro: ¿Hubo niños en la familia que no pudieron ser educados?
  • Banquero: ¿Algún familiar perdió su patrimonio o se arruinó?
  • Estética: ¿Hay que limpiar cosas sucias que manchan la imagen familiar?
  • Experto en comunicación: ¿Algún problema de comunicación en la familia?
  • Marinero: ¿Se perdió algún familiar en la lejanía?
  • Escritor: ¿Alguna historia familiar oculta, terrible o sucia que contar?
  • Cocinero: ¿Necesidad de reunir a familiares alrededor de una mesa?
  • Bailarín: ¿Algún familiar sufrió un conflicto de movimiento que lo paralizó?

¿Qué necesidades insatisfechas y anheladas subyacen en nuestro inconsciente familiar que nos impulsan a satisfacerlas y a reparar lo que haya que reparar a través de nuestro trabajo y profesión?


Mi malestar indefinido en el trabajo ¿puede venir del hecho de sentirme atado/a por lealtad familiar a una profesión que busca inconscientemente reparar algo que algún antepasado sufrió y no pudo resolver?

La Inteligencia Sistémica ayuda a la persona a contactar con el sentido profundo de su profesión, a hacerlo consciente, a quedarse en paz con su pasado y a elegir la salida profesional más adecuada en base a su nuevo presente y futuro.

Próximos talleres en Madrid:
28 ( miércoles) de Octubre 2015
18 (miércoles) de Noviembre 2015
16 (miércoles) de Diciembre 2015
Carlos Surroca
Consultor de Sistemas Humanos
600-522-884
sistemica.c.surroca@gmail.com
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martes, 21 de julio de 2015

FORMACIÓN EN EMOCIONES Y EN SISTEMAS HUMANOS MADRID 2015/2016

En los sistemas humanos (familia, empresa, escuelas, hospitales, otras organizaciones, etc.) suelen haber relaciones difíciles o bloqueadas entre algunos de sus miembros, lo que impide tener fuerza, serenidad, eficacia y alegría.

Este curso altamente vivencial, compuesto por 11 talleres, tratará en directo las situaciones no deseadas reales presentadas por sus participantes con el objetivo de explorar y descubrir sus causas e inducir soluciones.

Dirigido a toda persona con relaciones difíciles, bloqueadas y dolorosas con otros miembros de su sistema, dispuesta a poner remedio. También está dirigido a personas que quieran aprender esta potente metodología.



CONTENIDO
– Introducción a los Sistemas
– La Inteligencia Sistémica
– La Pedagogía de los Movimientos Sistémicos
– Los Principios de Orden Sistémico
– Las Emociones
– La Ayuda al Otro como Profesión
– La Inteligencia Sistémica posibilita Grandes Cambios
– Configuraciones, Dinámicas y Coaching Sistémico para:

Familias
Enfermedades
Empresas y Organizaciones
Empresas Familiares
Asuntos Varios

FORMADOR



FECHAS (Miércoles)
23 Septiembre 2015
28 Octubre 2015
18 Noviembre 2015
16 Diciembre 2015 
20 Enero 2016
17 Febrero 2016
9 Marzo 2016
6 Abril 2016
4 y 25 Mayo 2016
22 Junio 2016

HORARIO
De 16,00 a 21,00 horas. 

 LUGAR
Paseo de la Castellana, 219,
28046 Madrid

Se entra por C/General Aranda, casi esquina con C/San Aquilino
Transporte Público:
El de Plaza Castilla, a 4 minutos a pie.
El de Chamartín 

IMPORTE Y FORMAS DE PAGO
PAGO ÚNICO
660 € + Impuestos = 777 €
Pago hasta el 21-9-2015
TRES PLAZOS
690 € + Impuestos = 810 € (3 x 270€)
Pago 1º antes del 23-9-2015
Pago 2º antes del 15-1-2016
Pago 3º antes del 1-4-2016 

El curso se realizará si hay un mínimo de 12 participantes inscritos.
Para solicitar plaza, cumplimentar y enviar “Hoja de Inscripción”
http://inteligenciasistemica.es/hoja-de-inscripcion/
Los pagos se realizan según “Forma de Pago” 
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Carlos Surroca Surroca
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martes, 23 de junio de 2015

El contacto con la profesión y su sentido (II): ¿Tiene sentido mi profesión?

En el artículo anterior, hemos mostrado la importancia del sentir, además del pensar, para poder captar el sentido, y por tanto, el cómo me siento cuando estoy trabajando en mi profesión. Si fluyo y disfruto, bien; ni sufro por el pasado ni me preocupo por el futuro. Vivo el momento presente y toda mi atención y energía están volcadas a este instante.


Pero si no fluyo cuando ejerzo mi profesión, lo siento y además siento que algo me bloquea. En este caso, además de plantearme preguntas a nivel consciente como las expuestas en el artículo anterior, puedo recurrir a otros métodos más adecuados, como la Inteligencia Sistémica, que me permite explorar más amplia y profundamente mi presente, pasado y futuro.

¿Qué síntomas constituyen señales de alarma que me indican que algo no va bien con mi profesión? Su número es infinito. Algunos de estos síntomas son:

  • El cambio frecuente de empleo o de actividad.
  • El no recibir reconocimiento por lo que yo hago y me esfuerzo.
  • Desconozco lo que valgo.
  • Estoy inquieto, ansioso, tenso, estresado.
  • Aburrimiento, distracción, falta de motivación y de energía. Cansancio.
  • Tengo la impresión de no aprender ya nada.
  • Ya no quiero continuar, necesito cambiar.
  • No estoy bien, pero no sé qué cambiar.
  • Dudo entre quedarme, irme, buscar empleo o una actividad en otro ámbito, o concretizar un proyecto. Confusión.
  • Mi empresa cambia y yo ya no tengo un lugar en ella.
  • No tengo ideas. Estoy como bloqueado. No sé cómo validar mis ideas o cómo elegir la mejor.
  • Tengo asuntos que no se terminan o no avanzan, a pesar de los esfuerzos que hago por cerrarlos.
  • Tengo dificultades relacionales con personas y organizaciones: Salidas fuera de tono. Me llevo mal con mis jefes. No encajo. Sufro acoso laboral. Lo quiero ya. Estoy enfadado. En guerra con algún compañero. Los de mi equipo no funcionan.
  • No encuentro a las personas que necesito. No siguen mi liderazgo.
  • Diferencias serias con mis socios, proveedores, clientes y financieros.
  • Mi vida profesional no está acorde con mis valores profundos.
  • Necesito tomar tiempo para mí y reencontrarme.
  • Estoy obsesionado por algún tema determinado, en detrimento de otros.
  • Deseo encontrar un equilibrio entre vida profesional y vida personal.
  • No consigo ganar el dinero que necesito con mi profesión.
  • Mis enfermedades interfieren mi buena marcha profesional.

¿Te reconoces en alguno de estos puntos?



El síntoma como mensaje.

¿Qué hacer cuando somos conscientes de estos síntomas?

¿Voy a un Spa, hago una buena sesión de gimnasia, transpiro, me meto en la sauna y luego disfruto de una ducha fría? ¿Me voy de viaje al Himalaya o al Caribe? ¿Desaparece, así, el síntoma de forma definitiva? ¿O desaparece y reaparece, con la misma forma o con otra? ¿Estoy aplicando el método adecuado? ¿Pretendo resolver con una operación de maquillaje lo que requiere una operación a corazón abierto? ¿Necesito infantería, metralletas, artillería pesada o misiles de largo alcance?

Los síntomas, que en este caso aparecen en el ámbito profesional, son unos maravillosos mensajeros que nos dicen que algo no va bien en nosotros. Si aparecen en él, es porque es el más fácil para manifestarse, así como la cadena se rompe por el eslabón más débil. Bien, pero el ámbito profesional es una de las muchas caras de este poliedro maravilloso que es el ser humano, en el que todo está interconectado. Entonces, las causas del síntoma profesional ¿son puramente profesionales o pueden ser de otra índole?.

Los síntomas profesionales son una parte visible del ámbito profesional visible de la parte visible del iceberg que es el ser humano. Entonces, ¿voy a operar sólo a nivel de los síntomas, es decir, si tengo fiebre, me voy a concentrar sólo en tomar un medicamento para bajar la fiebre, sin preocuparme de lo que ha podido ocasionar dicha fiebre? ¿O voy a explorar qué anomalía o causa ha podido generarla y sanarla a nivel raíz.


Explorar las causas del síntoma para sanar.

Hacer desaparecer sólo los síntomas puede ser adecuado en algunos casos, aún sabiendo que ello está cerca de un maquillaje. Sanar las causas es definitivo. Entonces, es preferible explorar, detectar las causas y arreglarlas. Ahora bien, ¿busco las causas de los síntomas de carácter profesional sólo en el ámbito profesional, o conviene abrir la mente y acoger la posibilidad de que las causas puedan venir de otros ámbitos, tales como del personal, familiar o transgeneracional?


La Inteligencia Sistémica ayuda a las personas a contactar con el sentido profundo que su profesión tiene desde distintas perspectivas. También ayuda a buscar, a encontrar alternativas y a elegir la salida profesional que tiene más sentido en base a su presente, pasado y futuro.

Próximos talleres en Madrid:
24 ( miércoles) de Junio de 2015
Carlos Surroca
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martes, 19 de mayo de 2015

El contacto con la profesión y su sentido (I): ¿Tiene sentido mi profesión?

Para encontrar sentido a lo que hago, he de permitirme sentir, no sólo pensar. Y cuando me doy permiso para sentirme, y siento, puedo sentir cómo me siento cuando estoy trabajando con mi profesión.

¿Me divierto?  ¿Disfruto?  ¿Me salen las cosas con facilidad?
¿Me fuerzo?  ¿Me esfuerzo?  ¿Me aburro?
¿Hay unas partes que sí y otras que no?

Bajo el punto de vista de la Inteligencia Sistémica se puede decir que yo me encuentro en una situación ideal cuando fluyo, sea cual sea la realidad que me acontece. Ocurra lo que ocurra, si estoy en este aquí y ahora, en atención plena, fluyo y actúo en consecuencia y de forma adecuada. Ni sufro por el pasado ni me preocupo por el futuro. Vivo el momento presente. Toda mi atención y energía están volcadas a este instante.

Pero si no fluyo cuando ejerzo mi profesión, es síntoma de que hay algo que dificulta o bloquea el libre circular de mi atención y energía. Si no soy consciente de ello, si no lo siento, difícilmente voy a ponerme en marcha para buscar una solución y poner remedio. Pero si soy consciente de que algo me atasca, puedo empezar ya a buscarlo, a localizarlo, para luego removerlo de mi camino.

Una manera de iniciar este proceso consiste en plantearme algunas preguntas esenciales:


         


¿Es el contenido de mi profesión lo que ya no me satisface?


¿Me siento un simple, monótono y repetitivo picador de piedra o un constructor de catedrales? ¿Hago más de lo mismo que ya sé, o tengo aún un recorrido por aprender y crecer?

¿Es la organización en la que desarrollo mi profesión donde encuentro dificultades e incoherencias?
 

¿Siento contradicciones entre mis valores y los suyos? ¿Reconocen lo que hago? ¿Hay un equilibrio entre el dar y tomar? ¿Valoro todo lo que recibo de la organización? ¿Estoy en una atmósfera de trabajo exigente, excelente o excepcional?

¿Tengo problemas con algunas personas con las que trabajo?


¿Tengo dificultades con las figuras de autoridad? ¿Peleas o desacuerdos con alguno de mis compañeros? ¿Incumplen los que dependen de mí?


¿Es en el entorno de mi profesión donde encuentro mis dificultades?


¿Aparecen productos o servicios mejores que los míos? ¿Mis proveedores o mis clientes avanzan más deprisa que yo? ¿Tengo más competidores? ¿Las nuevas leyes me perjudican? ¿Cómo me afectan los cambios económicos y sociales?

¿Me permito soñar, imaginar, romper muros y barreras, traspasar límites, saltar, volar, creer, crear, descomponer, recomponer, integrar, ampliar mis posibilidades, pasar mi placer a la realidad y a la acción? ¿Qué me lo impide?

¿Siento la necesidad de desaprender o de soltar algo que me resulta pesado? ¿Necesito completar el duelo de alguna pérdida o situación? ¿O liberarme de creencias limitantes que repito como un robot? ¿Siento que he de romper con ciertos esquemas mentales y emocionales bien anclados en mí? ¿Se me escapa la vida como el agua entre los dedos?

¿Las demandas de mi vida profesional y personal están equilibradas?


¿Vivo para trabajar? ¿Trabajo para vivir? ¿Hago lo que amo? ¿Amo lo que hago? ¿Qué siento al lavar los platos sucios míos y de otros?

¿Estoy dispuesto a cambiar, sabiendo que todo cambio supone perder una parte conocida, lanzarme a un futuro desconocido y asumir el riesgo asociado? ¿Qué dificultades puedo encontrar en un proceso de cambio? ¿Confusión, duda, miedo, tristeza, enfado? ¿Emociones inevitables? ¿Puedo transformarlas en fuerzas aliadas? ¿Qué he de cambiar ahí?

¿En qué medida estoy dispuesto a comprometerme en cambiar? ¿Me siento mental y emocionalmente preparado para ir más lejos o prefiero pararme ahora aquí, y retomarlo más adelante?

Inteligencia Sistémica. El contacto con la profesión y su sentido.
 

Todo cambio implica considerar y sentir el presente, el pasado y el futuro.

Requiere sentir, además de pensar. Cuando descubro una alternativa de cambio en la que el sentir y el pensar coinciden en positivo, sé que voy por el buen camino.


La Inteligencia Sistémica ayuda al cliente a contactar con su profesión y con el sentido profundo que ésta tiene para él desde distintas perspectivas. La Inteligencia Sistémica te ayuda a buscar, a encontrar alternativas y a elegir la salida profesional que tiene sentido en base al presente, el pasado y el futuro del cliente.

Próximos talleres en Madrid:
10 ( miércoles) de Junio de 2015

Carlos Surroca
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martes, 21 de abril de 2015

Bert Hellinger el padre de las Constelaciones Familiares


Nació en Alemania en 1925.Durante su juventud estuvo en una organización católica que no participaba de las ideas del nacionalsocialismo. Fue vigilado por la Gestapo. A los 17 años se alistó de soldado y combatió en el frente. Le hicieron prisionero de guerra y estuvo en un campo en Bélgica. Paradójicamente de este modo pudo librarse del nazismo. Acabada la guerra, estudió Filosofía y Teología en la Universidad de Würzburg en Alemania (1947-1951).

Entró en una orden católica religiosa y empezó un largo proceso de purificación. Estudió Pedagogía, obteniendo el grado de B.A. en la Facultad de Artes de la Universidad Natal de Sudáfrica (1953-1954). Después estudió un año más en la Universidad de Sudáfrica donde obtuvo un grado académico en Educación Universitaria.
                                                             

Estuvo 16 años como misionero en Sudáfrica con los zulúes. Allí fue director de varios colegios, entre ellos el Francis College en Marianhill, y ejerció la enseñanza y el sacerdocio. Posteriormente participó en un entrenamiento ecuménico interracial y de dinámica de grupos, de carácter fenomenológico, guiado por el clero Anglicano. De ambos aprendió la necesidad fundamental de los seres humanos de alinearse a si mismos con las fuerzas de la naturaleza.

Después de 25 años dejó el sacerdocio de una forma amistosa, volvió a Alemania y empezó un entrenamiento psicoanalítico en Viena. Durante este entrenamiento, su formador le proporcionó un libro sobre Terapia Primal que le descubre el trabajo terapéutico a través del cuerpo. Una vez que finalizó su entrenamiento en Psicoanálisis realizó otro posterior durante nueve meses en Terapia Primal directamente con Janov y su formador en Los Ángeles, California, y en Denver, Colorado.

Otras escuelas psicoterapéuticas tuvieron también influencia en su trabajo como el Psicodrama, la Terapia de Gestalt y el Análisis Transaccional, que integró con lo que había aprendido de la Dinámica de Grupos y el Psicoanálisis. Su trabajo con el análisis de guiones le llevó a descubrir que algunos de los que funcionan en la persona, pasan de generación a generación y se manifiestan en sistemas de relación familiar. El libro “Lealtades invisibles” de Ivan Boszormenyi-Nagy le dio luz para descubrir las lealtades ocultas y las dinámicas de identificación dentro del sistema familiar. El equilibrio entre el dar y el tomar en las relaciones familiares también fue un hallazgo importante en su trabajo.

Posteriormente comenzó su formación en Terapia Familiar Sistémica. Gracias a la lectura de “El triangulo perverso” de J. Haley, descubrió la importancia de la jerarquía dentro de las familias. También se formó en Hipnoterapia con Milton Erickson y en PNL. Con ésta descubrió la terapia orientada a la solución, y con la hipnosis, el uso de historias terapéuticas.

A través de la experimentación e integración de todas estas terapias, Bert Hellinger llegó a desarrollar su propia terapia familiar sistémica. Su trabajo con Constelaciones Familiares, de modo fenomenológico y enfocado hacia la solución, le ha valido el reconocimiento profesional como uno de los terapeutas claves de la psicoterapia actual.

Su trabajo ingente, sus descubrimientos sobre dinámicas humanas vitales y su abierta exposición de sus hallazgos y metodología, han permitido un salto sustancial en la comprensión del funcionamiento de los sistemas humanos.

Desde aquí expreso mi más profundo agradecimiento por todas las enseñanzas que he recibido directamente de él y de algunos de sus numerosos discípulos.


Una oportunidad para descubrir las constelaciones sistémicas y liberar esos asuntos que limitan nuestro desarrollo personal. El domingo 26 por la mañana en Majadahonda, en Yoga Space. Más información pincha aquí



Carlos Surroca
 Linkedin Carlos Surroca






lunes, 23 de marzo de 2015

¿De qué depende mi éxito profesional?


Bajo este título se incluirán a lo largo de varios artículos, diversas reflexiones sobre los factores que afectan a nuestro desarrollo y éxito profesional.

Nuestro desarrollo y éxito profesionales no son un proceso y un resultado aislados, conectados por una simple relación lineal de causa-efecto, sino que están relacionados de manera compleja con otros factores clave que a veces no contemplamos.


¿Qué vemos cuando observamos la vida de conocidos artistas, deportistas, científicos, empresarios, políticos, directores de importantes instituciones financieras, presidentes de estado, etc.? Pues, que a veces, algunos de ellos  se desploman cuando están en su máximo esplendor, por hechos sorprendentes que nos resultan incomprensibles. ¿Cuáles pueden ser las causas?


La palabra “éxito” tiene distintos significados. Unos tienen que ver con el cumplimiento de los cánones sociales bien aceptados, como ser el jefe, llegar a la fama o tener mucho dinero. Otros giran alrededor de la satisfacción de nuestras necesidades, sean visibles, o invisibles por inconscientes

¿Miramos hacia fuera o hacia dentro de nosotros cuando hablamos de éxito?
¿Podemos sentir el éxito dentro de nosotros?
¿Qué sentimos cuando estamos en él?

Lo socialmente bien aceptado y lo visible individual suelen llevarse bien; pero las necesidades individuales invisibles suelen llevarse mal con las exigencias sociales. Cuando no existe un alineamiento entre ambas, en algún momento se produce el descarrilamiento. Si la estructura psíquica que soporta nuestra fachada aparente no es sólida, en algún momento nuestra máscara se derrumba. Sucede cuando nuestros traumas, bloqueos, anhelos insatisfechos y demás enredos invisibles nos impulsan a realizar acciones incompatibles con la apariencia y la aceptación social.

Viaja a tu inconsciente. Aligera tu carga para vivir mejor.


Si no entramos en el sótano oscuro de nuestro inconsciente y si no lo vaciamos de todos esos trastos, memorias y programas erróneos que ya no nos sirven, nos ocupan y nos dificultan el paso a una vida más ágil y ligera, reaparecerán siempre que un hecho desencadenante los despierte y los saque de su madriguera. Y así, continuarán generando repetitiva y tozudamente incidentes indeseados e incomprendidos que perjudican nuestro crecimiento personal y nuestro desarrollo profesional.

El desarrollo profesional está íntimamente relacionado con el crecimiento personal. Se influyen mutuamente. Éste se inicia antes que aquel en el tiempo. Cuando empezamos nuestro camino profesional, ya estamos premodelados por las experiencias y emociones vividas durante la fecundación, el embarazo, el nacimiento, la infancia, la adolescencia y la juventud


Pero no estamos predeterminados. Casi todo es cambiable a mejor. Milton Erickson decía una frase memorable al respecto: “Siempre estamos a tiempo de tener una infancia feliz”.
¿Estamos dispuestos a entrar en nuestro sótano oscuro? ¿Vamos a vaciarlo de nuestros trastos? ¿Dejamos espacio para acoger lo nuevo? ¿Cómo conseguirlo?

Gracias a la Inteligencia Sistémica explora, descubre, déjate sorprender.

La Inteligencia Sistémica ayuda a la persona que ha decidido entrar en su desván y limpiarlo de bártulos limitantes y debilitantes, a hacerlo de una forma acompañada, calmada, serena, protegida y confidencial.

En este viaje, la persona puede ver y conectar con aspectos clave suyos, invisibles hasta ese momento, que dan sentido a síntomas, comportamientos y reacciones hasta ahora “sin sentido” para ella. Cuando ese momento mágico sucede, la persona experimenta un gran alivio, su cara se relaja y su mirada transmite claridad y agradecimiento por estar en la vida.

La Inteligencia Sistémica ayuda en ello en poco tiempo y bajo coste.

Próximos talleres en Madrid:
13 ( miércoles) de Mayo de 2015

Carlos Surroca
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viernes, 6 de marzo de 2015

Una visión sistémica a raíz del 15M



En mayo de 2011, asistí a un encuentro de los muchos que tuvieron  lugar en Madrid después del 15 de Mayo. Se planteó una de las preocupaciones mayúsculas actuales: la falta de trabajo. Me invitaron a utilizar la Inteligencia Sistémica para explorar dicho hecho.


Empezamos por el Trabajo, los Sectores en Declive, los Sectores más o menos Estables, los Sectores en Crecimiento y la Sociedad Española. El Trabajo y los Sectores en Declive se mostraron por los suelos, los Sectores Estables se movían todo el rato, los Sectores en Crecimiento estaban como perdidos, y la Sociedad Española dando vueltas por todo el recinto buscando algo, sin saber qué. Introduje “Lo que la Sociedad Española está buscando” pero no hubo un claro centramiento en ello por parte de la Sociedad Española.


Introduje “Una parte de la Sociedad Española”, “Otra parte de la Sociedad Española” y la “Tercera España”, esa otra parte que no vota fijamente ni al PP ni al PSOE, sino en función de lo que ocurre en cada momento. E introduje a los muertos de un bando y del otro de nuestra Guerra Civil. Pasó un tiempo. Cada una de las tres partes pudo ver, respetar y honrar lo sucedido, y a los muertos de ambos bandos. Cada una de las tres partes pudo asentir lo que ocurrió, tal como ocurrió. Sólo después de eso, se pudieron abrazar las tres partes. Sólo después de eso, la Sociedad Española pudo abrazar a sus tres partes antes desconectadas. Sólo después de eso, las cuatro se pudieron dar media vuelta, dejar de mirar el pasado y enfocar su atención en el futuro.


Durante todo este tiempo, los Sectores Estables estuvieron en constante movimiento. Generaron el enfado de la Sociedad Española, percibían en ellos arrogancia, falta de respeto, injusta distribución de recursos y contaminación, aún cuando reconocieron que son los que dan de comer por el momento a algunos. Introduje La Vida, El Futuro, El Destino y la Prosperidad como la integración de lo Económico, lo Social y lo Ecológico. La “Tercera España”, que incluye esa juventud que nos está diciendo a todos que no podemos continuar como lo hemos estado haciendo hasta ahora, se cayó al ver de frente todo lo que tiene que afrontar.



¿Cuándo los españoles podremos honrar y asentir nuestro pasado, darnos media vuelta y focalizar todas nuestras energías a afrontar los retos futuros y en apoyar a las nuevas generaciones? ¿Cuándo vamos a centrarnos en La Vida, en definir unas estrategias de futuro adecuadas a nuestros talentos y posibilidades de continuidad y en llevarlas a cabo para nosotros y los demás?

Un saludo cordial

Carlos Surroca

Consultor de Sistemas Humanos
600-522-884
sistemica.c.surroca@gmail.com
www.inteligenciasistemica.es 



jueves, 15 de enero de 2015

¿Es necesaria una Reconciliación en España?


Retomo en este momento un artículo que escribí en enero de 2010. 

Un jubilado francés, amante de España, me dijo el otro día: “Dirigí una filial de una empresa de mi familia en Yugoslavia antes, durante y después de romperse en trozos. Viví lo que allí ocurrió. Durante este periodo iba con frecuencia a Barcelona donde un hermano mío dirigía otra filial y veía lo que allí ocurría. Y al ver de lejos lo que ocurre ahora (Enero de 2010), me pregunto: ¿Ha habido una verdadera reconciliación en España? Muchas veces tengo la impresión que no la ha habido. Y si fuera así, ¿Quién o quiénes, de esta maravilla que es España, reúnen las condiciones y la energía necesarias para culminar y cerrar bien lo que la ejemplar Transición empezó y potenció?”.
Estas poderosas preguntas fueron el detonante de un fructífero intercambio y de una posterior reflexión mía, cuyas ideas centrales, bajo un punto de vista de sistemas humanos, pueden resumirse en las siguientes:

Cuando hay algo que no funciona, se repite a lo largo del tiempo de una forma contumaz y no logramos resolverlo a pesar de nuestros esfuerzos, podemos pensar que su origen es sistémico. Es decir, no lo resolvemos porque miramos una parte en vez de mirar el todo. El trabajo sistémico consiste en mirar el asunto en cuestión desde otros puntos de observación, ampliar la mirada a los sistemas de orden superior y profundizarla viendo la calidad de las relaciones existentes entre sus miembros.

Denominamos “irracional” todo lo que no es comprensible por lo que denominamos “racional”. Así, evitamos mirar ámbitos inmensos de conocimiento, etiquetados como “irracionales”, como las emociones (miedo, odio, tristeza), la felicidad, el sufrimiento, el dolor y aledaños. Al no mirarlos, ignoramos aspectos vitales de nuestro ser y de los sistemas humanos a los que pertenecemos (familia, escuela, equipos deportivos, empresa, organizaciones, sociedad, país, etc.). Pero el ignorarlos no hace que dejen de ejercer. Estando agazapados en nosotros, ejercen y se muestran para indicarnos que algo tenemos que aprender y solucionar.                  
                                      
Cuando veo los debates políticos del Congreso, para mí son, en gran parte, debates emocionales más que racionales. El poder de lo parcial prima sobre el interés general. Mientras lo emocional no está en paz, es muy difícil estar centrado en el aquí y en el ahora para el futuro. Lo mismo ocurre en la familia y con los amigos. A veces las discusiones toman unos derroteros insospechados y unos tonos fuera de lugar. Muestran lo mucho que queda por resolver en cada uno de nosotros.
Cuando la percepción de un hecho nos impacta y no sabemos manejarla ni soltarla, la encriptamos en forma de emoción en las células de nuestro cuerpo, y reaparece cada vez que un hecho disparador provoca la salida de su escondite. Así, por ejemplo, cuando percibo una amenaza y que los recursos con que cuento no son suficientes para hacerle frente, una emoción llamada miedo me invade. No es el león quien me asusta, sino lo que yo hago con el león en mi mente. Cuando me encuentro de nuevo ante un león, vuelvo a sentir miedo si no he trabajado terapéuticamente antes este asunto a nivel personal.

El trabajo sistémico muestra que las emociones fuertes que no han sido soltadas por quienes las vivenciaron, pueden pasarlas a sus descendientes. Las emociones pueden pasar de generación en generación, como el ADN.

En Alemania, donde nació el trabajo sistémico, lo están aplicando desde hace ya varios años para limpiar las secuelas de las duras emociones vividas durante la Segunda Guerra Mundial.

En España, el acontecimiento de más envergadura vivenciado ha sido la Guerra Civil, a tan sólo dos o tres generaciones atrás. Hay mucho trabajo que hacer aún en este sentido. Muchos de nosotros arrastramos inconscientemente emociones de miedo, odio, tristeza o culpa, que nuestros padres, abuelos o bisabuelos experimentaron en la guerra y que no pudieron desprenderse de ellas. De tanto en cuanto, algunos de nosotros las vivimos, las sufrimos, pero no las relacionamos con aquello que ocurrió. Muchos no sabemos que hoy hay medios para explorar y liberarse de ellas a nivel individual y colectivo, y por tanto, no se nos ocurre indagar ni tomar las acciones pertinentes para dejar de reaccionar de forma automática como un robot ante ciertas circunstancias.

También nuestras creencias y valores condicionan nuestros comportamientos. Los hemos adquirido de nuestros padres, familia, colegio, sociedad. ¿Nos fortalecen o nos debilitan? ¿Nos potencian o nos limitan? Estamos ante otro campo inmenso de mejora y crecimiento personal que requiere voluntad, energía y humildad para desprenderse de lo negativo y acoger lo positivo que nos falta.


 Así pues, además de los genes, nuestras emociones, creencias y valores nos controlan. También nuestras herencias económica, histórica y cultural nos influyen. Son como esos programas operativos que existen en nuestro ordenador, que no sabemos que existen, pero que condicionan su funcionamiento. Si tenemos plena conciencia de ello, podemos mandar a la papelera de reciclaje aquellos que nos debilitan y limitan, y buscar e incorporar aquellos que nos fortalecen y potencian.
Pero, aparte de lo que cada uno pueda hacer a nivel individual, para él y su familia ¿Qué se puede hacer sistémicamente a nivel colectivo? Avanzo algunas ideas muy preliminares, por tanto, incompletas y sujetas a crítica constructiva:

Según Albert Einstein: “Los problemas no se pueden resolver al mismo nivel de conciencia en el que fueron creados”. Mis manos no se pelean entre sí para defender su campo respectivo de acción de la ambición de poder de la otra, porque hay un nivel superior, mi cuerpo y el cerebro en él, que las integra, las hace colaborar y las dirige hacia un objetivo común.


 El principio de orden sistémico de Pertenencia nos dice que todos los miembros de un sistema tienen derecho a pertenecer a él, salvo casos excepcionales. Cuando hay algún excluido o marginado, alguien de su sistema se ocupa posteriormente de hacer todo lo necesario para incluirlo. La exclusión genera problemas, la inclusión ayuda a resolverlos.

Ante sucesos traumáticos sufridos por colectivos humanos que suponen muertos, asesinados, marginados, olvidados y excluidos, tales como la Primera Guerra Mundial, la Segunda y la Guerra Civil Española, surge necesariamente la pregunta: ¿Hasta cuando duran sus efectos? Hay hitos que separan varias etapas consecutivas de intensidad decreciente. El primero es el fin del suceso. El segundo surge con la muerte de los últimos que vivieron el suceso en sus distintas facetas: víctimas, perpetradores, etc. El tercero aparece con la muerte de los hijos de los anteriores. Y así, sucesivamente. El eco de lo sucedido va perdiendo fuerza con las generaciones que se suceden.
Pero, ¿Es el tiempo el que realmente cura las heridas? Después del fin del suceso traumático colectivo, se suele mirar hacia delante y se evita mirar hacia atrás, hacia lo que resulta doloroso, hacia las pérdidas, las ausencias, las culpas y las responsabilidades. Cuanto menos lo miramos, cuanto más lo reprimimos, menos lo soltamos y lo trascendemos y más se nos va cargando el inconsciente colectivo de todo ello. Pero no por depositar esta pesada carga en el inconsciente, ésta deja de actuar. A veces nos sorprendemos de lo que ocurre. Pero es el inconsciente el que ruge de tanto en cuanto para mostrarnos que colectivamente tenemos que arreglar algo de manera distinta a como lo estamos haciendo. Es mejor soltar esta pesada carga que nos viene de atrás, que empecinarnos en hacer más de lo mismo.

Mi opinión es que nos creímos que con la Transición ya habíamos resuelto los estragos emocionales de la Guerra Civil, cuando sólo fue la primera fase de un proceso más largo, complejo y necesario, realmente pacificador, llamado Reconciliación. Hay constantes síntomas que, como los granos de la viruela, nos muestran que la confrontación emocional sigue activa: apertura de fosas, Valle de los Caídos, pérdida de dirección y de iniciativa, etc. De hecho, no ha habido reconciliación.

Nelson Mandela nos dio una pista al hablar del proceso que siguieron en Sudáfrica: “Después de escalar una montaña muy alta, descubrimos que hay muchas otras montañas más altas por escalar”. Allí, la jerarquía eclesiástica contribuyó en gran manera a la reconciliación. Aquí, una parte se ha quedado escorada en uno de los dos bandos, lo que hace más difícil su posible intervención en este sentido.


                                                    
Todo lo anterior nos ayuda a vislumbrar el posible siguiente paso de un proceso largo de reconciliación.¿Qué haría falta para dar este paso? Me arriesgo afirmando que sería conveniente encontrar a alguien o a un grupo de personas con la suficiente talla, limpieza y fuerza como para generar confianza, incluir a todos, y crear las condiciones adecuadas para dar a luz ese proyecto común de reconciliación.

¿Alguien en el poder? Aunque los que están en el poder, suelen no moverse, porque así no lo ponen en riesgo, el Rey y Adolfo Suárez tuvieron la grandeza y la visión de Estado para hacerlo en la Transición, junto con las de los muchos otros que la hicieron posible. Nelson Mandela lo hizo desde la prisión. Gandhi es otro ejemplo. Adenauer y De Gaulle también mostraron su grandeza al trascender los efectos de la confrontación recién sucedida de la Segunda Guerra Mundial en aras de un objetivo superior.

¿Un grupo de personas? En este caso haría falta un grupo de personas de todas las tendencias políticas sin exclusión, con buena trayectoria y peso específico, dialogantes, conciliantes, que hayan por tanto soltado sus propios fardos sistémicos limitantes y bloqueantes, que ya hayan trascendido sus apetencias económicas, que estén dispuestos a traspasar lo mucho recibido de nuestra sociedad y estén motivados y unidos por el objetivo superior de la reconciliación. ¿Los Padres de la Constitución que aún están en vida? ¿Un Consejo de Sabios trabajando con grandeza y generosidad para las generaciones siguientes? En este caso, el ejemplo y la credibilidad no sólo vendrían de cada uno de ellos, sino también del hecho de mostrarnos que pueden convivir juntos, consensuar objetivos para el bien común, actuar para alcanzarlos y construir futuro.

¿Y si no apareciera este alguien o grupo de personas? Pues cabe hacerlo desde la sociedad civil, en pequeños o grandes grupos. Cuando un miembro o un subsistema de un sistema trabajan en su curación, su efecto benefactor llega a los demás a través de sus relaciones, y la mejora de éstos repercute a su vez en aquellos otros miembros con los que están relacionados y también en el miembro o subsistema iniciales. Así, el beneficio de su primer esfuerzo se expande como una mancha de aceite al resto del sistema. De hecho, ya se va haciendo a escala familiar, pero la degradación política, económica y social actual hace más evidente y urgente la aplicación de la sistémica a una escala mayor.

¿En qué podría consistir este siguiente paso del proceso de reconciliación? Me arriesgo de nuevo diciendo que si los síntomas de confrontación son patentes y persistentes en un pueblo, ciudad, región, comunidad o país, las causas y la solución son sistémicas. La solución requiere una pedagogía previa, y una o varias personas que se den cuenta de ello, que algo tienen y pueden hacer al respecto y el impulso para iniciar el proceso de reconciliación. Ello puede llevar a reunir a colectivos de hijos, nietos y bisnietos que se sienten emocionalmente ligados a un miedo, odio, tristeza y culpa que pudiera ser atribuible al que sus padres, abuelos y bisabuelos experimentaron en la Guerra Civil, fueran del bando que fueran, y hubieran hecho lo que hubieran hecho, sería bueno celebrar un acto conjunto en el que se crearan las condiciones adecuadas para que cada uno pudiera respetar y asentir en lo más profundo de su ser, lo que fue, tal como fue, sin juicios ni resentimientos. Si somos lo que somos hoy, es gracias a todo ello.
 

Esta catarsis permitiría quitarnos progresivamente esa pesada losa emocional que individual y colectivamente llevamos algunos y que consume una gran parte de nuestra energía en forma de tensiones y enfrentamientos. Sin esas emociones bloqueadoras, nuestra capacidad emocional se pone al servicio de la vida y puede colaborar con lo “racional”. Sin esas emociones bloqueadoras, a nivel colectivo, nuestra capacidad emocional toda está orientada a captar lo que sucede y a generar información vital para tomar mejores decisiones para nuestra paz, bienestar, crecimiento y aportación a los demás.

Para mí resulta evidente que hay que realizar un proceso de reconciliación porque cuando ciertos conflictos perduran en el tiempo, las causas suelen ser sistémicas. Y sistémicamente está comprobado que para tener éxito en una etapa, hay que haber cerrado bien la anterior.

Poco arriesgamos con un proceso de reconciliación, y mucho podemos ganar. Cuando nuestro cuerpo y nuestra sociedad dejan de albergar emociones que bloquean el libre fluir de su energía, toda ella se dedica a la resolución de los retos esenciales. Pero mientras la estemos perdiendo por el desagüe de los enfrentamientos constantes, nuestro futuro se desdibuja y desaparece. Salgamos de la neurosis repetitiva y circular de los conflictos constantes en la que estamos. Salgamos de este surco de disco rayado e iniciemos el recorrido del surco en espiral que nos permita escuchar y disfrutar las canciones de ese álbum que es nuestra prosperidad colectiva. Necesitamos un impulso centrífugo para salir de ahí. Necesitamos energía para hacerlo. La reconciliación es liberadora de ella.


Carlos Surroca Consultor de Sistemas Humanos